Blog de la Cátedra Historia del Teatro Argentino (Actuación, Dirección, Iluminación, Profesorado).


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2017: Fallecimiento Tzvetan Todorov (Lingüista, historiador, filósofo, semiólogo, crítico y teórico literario) Autor de "La Conquista de América. El Problema del Otro"

viernes, 1 de noviembre de 2013

Guía para Marathón, de Ricardo Monti

Las veintitrés escenas que integran Marathón presentan rupturas en el orden espacio- temporal, vertebrado en tres niveles: a) el de la maratón propiamente dicha, ubicada temporalmente de manera imprecisa entre 1932 o 1933 –época en que eran frecuentres estas competiciones-; la indefinición temporal tiene su correlato en el eje discursivo de los personajes: en reiteradas ocasiones preguntan la hora, sin respuesta; b) tiempo y plano de los sueños de los competidores, durante la noche e indicado mediante signos de escenario ; son sueños individuales, que se contraponen sin mezclarse; y c) el tiempo del mito; en él, los personajes son proyectados a otros tiempos, algunos remotos, pero todos forman parte de la conciencia colectiva. Hay cinco marcas de cronología, pero alterada, como índice de la atemporalidad del mito: 1) el mito de la conquista, personificado en la llegada de Pedro de Mendoza (1535~36) en busca de la tierra prometida; es el portador de la “enfermedad” de la civilización; coincidentemente, quien protagoniza el mito anhela su “hogar” y está gravemente enfermo; 2) el mito de la independencia (1809~10), protagonizado por Tom Mix, el idealista; 3) el mito terrateniente: situado en la época de la expansión ganadera y el surgimiento de la oligarquía; aquí los personajes se transforman en un rebaño sometido a los poderosos y extranjerizados ganaderos; 4) el derrumbe del sueño americano, durante la crisis bursátil de 1929~30, es “narrado” por un industrial arruinado –N.N.- , por medio del procedimiento del song brechtiano, y 5) el surgimiento del totalitarismo, marcado por el comienzo del parlamento “Heil!”, que exalta la ideología nacional-socialista.
El espacio escénico se bifurca, básicamente, en dos niveles: a) el espacio del salón de baile suburbano, cuyo eje es la tarima desde la cual el animador imparte las órdenes a los situados a nivel del piso; de acuerdo con las indicaciones del hablante dramático básico y también por alusiones textuales, se sugiere que el público se integre –rodeando la pista- como otro signo de escena más; lo que en el plano estético puede significar una fusión entre escena y sala, derrumbe de la cuarta pared, en el nivel ideológico lleva a pensar en una implicación dentro del universo ficcional, imagen distorsionada, pero en cuyo sesgo todavía se advierten señales de reconocimiento con respecto a un referente americano o local. Distanciamiento/reconocimiento, son las dos operaciones básicas de Marathón –como lo indica la “h” intermedia de su título, aparentemente innecesaria y fuera de la norma que establece el diccionario-, mecanismos por los que la obra dramática propone una suerte de pacto metonímico como procedimiento de alcance estético y epistemológico. La tesis realista, con la propuesta de la búsqueda de la identidad social e individual, subsiste, pero necesita de la complicidad y del trabajo del receptor para ser reconstruida como parodia de los gobiernos dictatoriales o de cualquier forma de dominación que exija, en primer término, una toma de conciencia de los dominados, para luego oponerse a la estructura de poder.
b) el espacio del mito, que es recreado en cada oportunidad: la nave de Pedro de Mendoza, el matadero, etc., espacios de la imaginación, pero momentáneamente, parte visible de la escena. Mientras que de la extraescena, el baño aparece como la única vía de escape –provisoria- de la maratón, cuyas oscuras reglas y premios están en manos del Animador, secundado por el Guardaespaldas; dos caras de la misma instancia de poder, son los Sujetos de la acción, cuyo Objeto es “hacer bailar” a todos los otros; sólo por un breve instante pierden el control de la situación, durante un conato de rebelión. El discurso del Animador registra funciones semejantes a las de Magnus (Una noche con el Sr. Magnus...): persuadir, convencer, ordenar, interrogar, estimular, etc. , apoyándose en los mecanismos de los discursos autoritario, publicitario, político, religioso (“salvación”, “carne-espíritu”, “fe”, “esperanza”, “premio”, etc., según convenga a la ocasión, bajo la máscara o el disfraz. En un modo peculiar de intertextualidad, por lado, los discursos, presentan interferencias léxicas, especialmente diatópicas (lexemas pertenecientes a lenguas extranjeras) y enunciados referidos, que se incorporan directamente, sin marca de cita (de Leopoldo Lugones, Esteban Echeverría, Vladimir Maiacovsky), mientras que por otro, se incrustan composiciones que por su estilo, género y época de referencia, podrían parecer ajenas, y sin embargo, son de la autoría de Monti (un cielito, un poema, una canción), borrando límites, nuevamente y en otro plano.
Sólo Tom Mix puede salir de esta danza macabra, y a partir de una toma de conciencia individual; esto será elaborado como una derrota parcial por parte del Animador en la mirada final, pero que a la vez asegura la continuidad del conjunto por “sobre héroes y tumbas” : “Y sigue el baile, damas y caballeros, sigue el baile! “.
                                                                                                              Liliana López

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